Archivo | enero 2017

Reflexión sobre la «felicidad y la tristeza» de Lucia Etxebarria

He leído tu artículo en el Periódico bajo el titulo ¿Qué hacer cuando estás triste?, trato de interiorizarlo y puedo coincidir con cierta parte de tu exposición, a través de la cual te revelas contra esa especie de “tiranía”, término que utilizas para calificar ese mantra que perseguimos la mayoría de los humanos, como es la felicidad. Sin embargo, no puedo suscribir determinadas conclusiones filosóficas donde transportas la felicidad al terreno de la frivolidad, asociándola y limitándola a conceptos como el  consumo, el éxito y  la eterna juventud.

No estoy de acuerdo con esa afirmación tan categórica de que mientras estás enamorado no eres capaz de redactar un poema, ni siquiera escribir absolutamente nada. No es cierto. La inspiración para elaborar un buen poema o prosa poética no solo emerge a partir de la tristeza.  Esa inspiración sensible puede nacer en cualquier momento y sobre todo cuando los biorritmos se hallan en disposición óptima para expresar tus sentimientos, sean tristezas o sean alegrías.

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Respeto tu opinión, pero tampoco puedo admitir que estar enamorado solo nos lleve al embobamiento y a las ganas de follar. La sonrisa de un niño, un esplendido paisaje, la ternura de la persona querida, o las ansias de verla cuando no la tienes cerca, puede guiar esa pluma de forma magistral para obtener una excelente poesia. Qué mejor momento para escribir cuando las endorfinas inundan tu torrente sanguíneo.

Por otra parte, ¿cómo puedes frivolizar con la gente que ejercita el yoga, realiza ejercicios de respiración, toma antidepresivos o recurre a libros de autoayuda? Dices que la tristeza y la angustia hay que sentirlas, no pensarlas y perderles el miedo. Veo que has tenido contratiempos emocionales de todo tipo y por tus palabras se deduce que eres una privilegiada al tener la capacidad de sobrellevar tus angustias y tus tristezas con fortaleza envidiable, algo que en psicología denominan  resiliencia, pero por desgracia no todas las personas tienen esa facultad psicológica y bioquímica; quienes habiendo intentado perder el miedo a sus tristezas y ansiedades, aplicando técnicas de autocontrol y todos los medios naturales a su alcance, han tenido que sucumbir a los fármacos sumergidas en el espeso lodo de la depresión.

Tengo una amiga, con el padre fallecido, que la acaban de despedir del trabajo y con la madre con diversas enfermedades orgánicas y apoderada por el Alzheimer, que se encuentra postrada desde hace tiempo en un hospital. Sus hermanos se han olvidado de la mujer que les dio la vida y mi amiga está soportando todo el peso de dicha desgracia. Dile a esta persona, cuando está en el pozo de la desesperación, que rechace la ayuda externa; que no sonría, que se limite a sentir su tristeza y no pensarla, y que no hace falta que tome iniciativas para buscar la felicidad. Y tampoco se trata, en eso estoy de acuerdo, “de salir de casa con el propósito de ser feliz por narices”.

Me parece loable que encuentres tus mejores momentos paseando sola por los parques en invierno y emocionarte hasta el punto de llorar cuando escuchas determinadas canciones. Pero también hay que respetar otro tipo de preferencias que pueden resultar más banales a la luz de tus planteamientos.

Por último, entiendo que la felicidad, cuyo término podríamos sustituirlo por bienestar, o calidad de vida, es un concepto muy ambiguo y subjetivo donde cada individuo la intenta ejercer a su manera. No es necesario tener éxito, ni contar con un gran poder adquisitivo para ser feliz, simplemente imprimiendo pasión a lo que haces, por nimio que parezca. Y en cualquier caso, lo que considero no debemos hacer nunca, aun tratando de comprender tu mensaje, es banalizar el termino hasta el punto de reducirlo a una simplificación tan desmesurada.

Jordi Terris El Periodico 23-01-2016

http://www.elperiodico.com/es/entre-todos/participacion/discrepo-lucia-puede-banalizar-tristeza-114545

 

 

El problema no es la catalanofobia, sino la falta de libertad para votar

Quiero hacer referencia a la carta publicada este pasado domingo por Elvira Sebastiá, titulada «Una catalana desde Madrid» donde explica que después de  más de dos años viviendo en la capital, ha descubierto la falsedad de la afirmación sobre un supuesto odio hacia Cataluña.

 Yo también he viajado a Madrid en varias ocasiones y me he sentido muy cómodo, aunque conviene visitar y convivir en otros lugares del resto de España para tener un verdadero conocimiento de la situación. Pero no nos equivoquemos, los que han intentado fomentar el odio han sido los políticos que actualmente gobiernan el Estado, así como todo el poder mediático que le apoya de manera flagrante. Desde el 2006, año en que el PP recogió firmas en contra del Estatuto de autonomía y con el lema utilizado por algunos: «estamos recopilando firmas en contra de los catalanes», el conjunto de iniciativas y de acciones de menosprecio y agravio que ha impulsado este gobierno durante el tiempo que ha tenido mayoría absoluta ha sido continuo y sin ningún tipo de tregua.

imatge-votacioEn cualquier caso, la cuestión fundamental no es un hipotética catalanofobia instalada en determinados sectores. Los catalanes no tenemos nada en contra respecto a los ciudadanos del resto de España. Se trata sencillamente de un problema de dignidad, de democracia y de la libertad de un pueblo de ejercer su derecho a votar para determinar su futuro político, un ejercicio que apoya más del 80% de la población catalana.

 Jordi Terris El Periodico 28-12-2016

http://www.elperiodico.com/es/entre-todos/participacion/problema-catalanofobia-sino-falta-libertad-para-votar-110179