Carta a mis amigos españoles
Después de un puñado de días de tempestad política y social, desde la serenidad que requiere este tipo de reflexiones, voy a dirigirme a mis amigos españoles para expresar lo que siento:
Nunca tuve sentimiento hispanofóbico; mi infancia se desarrolló en una barriada repleta de inmigrantes y en un colegio donde el catalán no existía como lengua y donde la intención de adoctrinar a los niños a través de una asignatura que se denominaba «Formación del espíritu nacional», era clara y evidente. Allí empecé a forjar mis primeras amistades. Posteriormente, mi juventud se labró en Badalona y siempre he habitado entre la diversidad cultural, el españolismo, la catalanidad y la transversalidad ideológica. Ya de adulto, mi círculo de relaciones ha transitado por sendas parecidas. He viajado por toda España y salvo muy contadas excepciones, no he tenido ningún problema por mi condición de catalán y nunca tuve la tentación de sentir animadversión por lo español.
Pero en los últimos 10 años, ha habido un cambio sustancial: la famosa recogida de firmas en el 2007 «en contra de los catalanes» lema que utilizaba el PP en la Avd. de la Castellana para impugnar el Estatut, la consolidación de la «caverna mediática “madrileña, manipuladora y manipulada por el Estado; las catalanofóbicas declaraciones de Alfonso Guerra, así como la inflexible e indignante posición del gobierno español ante las reivindicaciones catalanas y sus claras muestras de incitación al odio, han hecho temblar los cimientos de mis sentimientos y percepciones.
Y para acabarlo de rematar, el «a por ellos “por parte de ciudadanos andaluces arengando a los cuerpos policiales, la actuación brutal de la policía española en los acontecimientos del 1-10, el persistente acoso imprimido hacia Gerard Piqué, y ya por último, las declaraciones impregnadas de desprecio y maldad del Sr. Pablo Casado preconizando el mismo destino a nuestro actual president, que al que le deparó a Lluis Companys, me han dejado triste y con una incontenible sensación de rabia.
Aún así, me resisto a que en mi mente florezca un sentimiento hispanofóbico, porque todas las fobias son nocivas y no conducen a nada bueno.
Jordi Terris
Badalona

