Los dos Messi
Después de la enésima exhibición del astro argentino, el personaje de Leo Messi es digno de un análisis profundo desde diferentes vertientes: la futbolística, la humana y la psicológica.

Cada vez hay menos voces en mundo de futbol que se resisten a reconocer lo que a la luz de la mayoría resulta una evidencia: que nos encontramos ante el mejor jugador de todos los tiempos. Más allá de esta consideración, cuya realidad Messi demuestra cada vez que se calza unas botas, con una exquisitez, eficacia y regularidad sostenida en el tiempo inigualables, hay un aspecto sorprendente en su ya dilatada trayectoria. Habiendo manifestado en varias ocasiones su devoción por la selección de su país, ¿por qué Leo acusa una transformación tan relevante cuando juega con el Barça con respecto a cuando lo hace con su selección? Y no estoy hablando de razonamientos futbolísticos ya que es evidente que en función de los jugadores que tienes a tu alrededor el juego de cualquier crack puede quedar resentido de forma ostensible y Argentina precisamente no cuenta con el esquema y los jugadores más apropiados para su juego.
Me estoy refiriendo a su talante en el terreno de juego; cuando lo hace con el Barça su disposición desprende la chispa y la alegría que le falta con Argentina. En el Barcelona sus compañeros lo buscan y él aparece en el momento preciso y con convicción. Sin embargo, en su selección parece que se esconde; da la sensación de que hay una falta de sintonía con el grupo, denota un cansancio fuera de lo normal y la chispa y sus intervenciones estelares solo resurgen a fogonazos muy puntuales.
Se trata pues, de un fenómeno, cuya pregunta sería interesante formular a especialistas y psicólogos deportivos, a ver si son capaces de dar una respuesta coherente.
Jordi Terris El Periodico
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